
Verás lo que ya no existe, palparás el aire como hecho de cuarzo.
Contemplarás cavernas de pura luz, amaneceres negros.
Atravesarás peñas cual si fueran blanda niebla.
Conocerás los aullidos del silencio, el avance de sombras aplastantes.
Escucharás plegarias atendidas y rezos evaporándose.
Al atardecer de rodillas, suplicarás tu propio nombre.
Ven y sígueme, que nada sé, pero saciarás la sed en ríos de ceniza.
Esta es la introducción de...