viernes, 5 de junio de 2009

Se los llevará el viento...



El nuevo Plan de Recuperación del urogallo en Castilla y León, con las expectativas que ha creado para algunas de las últimas poblaciones de la esquilmada subespecie cantábrica del ave, tiene ante sí la primera prueba de su validez: salvaguardar las zonas urogalleras de la montaña leonesa de la actual proliferación de proyectos eólicos.

La proliferación de molinos eólicos en las mejores zonas en las que ha sobrevivido el urogallo cantábrico parece que va a terminar con una de las últimas bazas que le quedaban a esta subespecie en el medio natural. Es un claro ejemplo del doble filo de las energías renovables que tanto venden algunos nuestros políticos entusiasmados con el cambio climático y el medio ambiente.

En el área cantábrica, la distribución actual del urogallo no supone más del 10% de la superficie total de la cordillera. Los núcleos viables en un futuro inmediato para el ave se reducen a menos de un 5%. Pero es en esa pequeña porción donde, de una u otra manera, ya se han comenzado a instalar diez parques eólicos, con una media de unos veinte molinos por parque.

El obstáculo que ese tipo de obras supone para el mantenimiento de una población de urogallo cantábrico es más que evidente. Las nuevas pistas de entre seis y nueve metros de ancho, el tránsito de maquinaria pesada y la destrucción del bosque son el preludio de unos gigantes energéticos que ayudarán a condenar a esta joya faunística al fracaso y el olvido.

Ningún país europeo donde el urogallo sufre declives de mayor o menor importancia se plantea siquiera instalar parque eólicos en zonas ocupadas por él. Pero en el caso cantábrico, con la subespecie de urogallo más criticamente amenazada a nivel mundial, esto parece no importar.

Como una luz al final del oscuro túnel en el que se encuentra el urogallo cantábrico, las Cortes de Castilla y León le han aprobado un Plan de Recuperación en esta comunidad autónoma, oficialmente aprobado el pasado 21 de enero. El documento es digno de alabanza en muchos de su puntos y en el derroche de medios que augura para la población castellana y leonesa de urogallos, al menos sobre el papel.

Según este plan, zonas con urogallos equivaldrían a protección asegurada. Pero las dudas nos asaltan cuando en los mejores reductos para el ave en la comarca leonesa de Omaña, muy importante por el número de gallos y la estabilidad de sus poblaciones, ya han comenzado a construirse todo tipo de pistas de acceso y subestaciones para parques eólicos. ¿Habrá llegado demasiado tarde el plan o la ley estará aún a tiempo de evitar esta barbarie contra los últimos gallos de monte?

Confiamos en que la Consegería de Medio Ambiente de Castilla y León pondrá todos los medios para desarrollar el Plan de Recuperación. Pero acostumbrados a los sanedrines políticos que en esta comunidad autónoma suelen resultar en fraude y corrupción, con subvenciones para parques solares o especulación encubierta con "ciudades del medio ambiente" y campos de golf, no podemos menos que mantenernos escépticos hasta verlo plasmado en la realidad, repercutiendo directamente en beneficio del urogallo. Pero si a partir de la aprobación del plan lo que en él está escrito no se materializa en un trabajo más allá del burocrático y fuera únicamente una farsa mediática, la esperanza se perderá.

Si la historia de los últimos gallos cantábricos no discurre por el único camino posible para su recuperación, tendremos que depositar toda nuestra confianza en el ilustre caballero Don Quijote, que armado de adarga y escudo le gritará a su fiel Sancho: ¡no son molinos, son gigantes! Y arremetiendo contra ellos no alcanzará siquiera a tocarlos, ya que el ruido y las vibraciones insoportables le harán huir lejos, despavorido, al igual que los urogallos.

Eso sí, al menos algún alto empresario, que quién sabe, quizás comparta dividendos con algún alto funcionario, obtendrá unos pingües beneficios de esa renovable energía con denominación de orígen: "Tierras de los últimos urogallos cantábricos".

Con el paso del tiempo nadie recordará como la afable imagen de desarrollo sostenible que vende la Junta de Castilla y León y su inoperante burocracia sembraron de molinos eólicos lo que fueron los mejores montes para el urogallo cantábrico antes de su extinción. Todo eso se lo llevará el viento y, por supuesto, se llevará a quien el poeta Antonio Gamoneda, asturiano de nacimiento y leonés de adopción, sin imaginarse la actualidad, le dedicó estos versos: "Tu cuerpo silva en los arándanos. ¿Insinúas la libertad de las bestias protegidas por la conducta de los vientos?"

MARCHA ATRÁS

La Junta de Castilla y León ha anulado la autorización que su propia Consejería de Economía y Empleo concedió en abril de 2008 al parque eólico de "San Feliz", en los términos municipales de Quintana del Castillo y Valdesamario (León). A raíz de un recurso de alzada de SEO/BirdLife con la colaboración del grupo naturalista Gedemol, el Gobierno regional ha reconocido que la Declaración de Impacto Ambiental del parque eólico era defectuosa y ha ordenado iniciar de nuevo la tramitación. SEO/BirdLife se opone a una veintena de parques eólicos, entre ellos el de "San Feliz", porque afecta a una ZEPA de la comarca leonesa de Omaña y a la población de urogallo cantábrico más sureña de Europa.


Autores: Los biólogos Manuel Antonio González y Vicente Ena, de la Universidad de León, son especialistas en ecología del urogallo cantábrico.

Dirección de contacto: Manuel Antonio González. Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental. Facultad de Biología. Universidad de León. Campus de Vegazana s/n 24071 León E-mail: magong@unileon.es

Artículo publicado en la revista Quercus, número 280, junio 2009, sección: Tribuna, página 82.

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