domingo, 12 de octubre de 2008

Molinillos en Gistredo

LA FRAGUA DE FURIL

MANUEL CUENYA

LO QUE parecía un rumor se convertirá, si nadie lo impide, en un triste y lamentable hecho. Me refiero a la puesta en marcha de unos molinillos eólicos en la Sierra de Gistredo. Si al final se consiente esto, que a uno se le antoja aberración, los pueblos situados en el regazo de esta sierra acabarán con el turismo rural, que es adonde deberían apuntar, porque hay un paisaje magnífico, y además se cuenta con rutas de castros, molinos y lagares. En manos de suizos, catalanes o astures, sin ir más lejos, los pueblos montañosos del Alto Bierzo, muertos en vida desde hace años, recuperarían la vitalidad y hasta podrían llegar a ser lugares muy visitados. Esperamos que los poderes locales sean conscientes, y pongan freno a este delirio, que va por el camino de trastocarnos y hacer que veamos gigantes donde aún no hay molinos. Es una pena que Noceda, por ejemplo, nunca haya pensado de verdad en un proyecto de futuro. Es un pueblo, como muchos otros, que capea el temporal según sopla el viento, sin claridad de ideas y sin una mínima planificación. Se hacen las cosas a lo que va saliendo. «Usted sabrá disculpar el poco orden que llevo en el relato», escribe Cela en esa desgarradora obra que es La familia de Pascual Duarte . Si ahora llega una empresa y nos ofrece guita por poner unas palas eólicas, aunque esto vaya en contra de la belleza del entorno natural, no importa, porque lo que importa, aquí y allá, es el pastamen, el dinero-mierda, sobre todo cuando no se sabe bien para qué sirve, en qué se va a invertir, suponiendo que den lo que prometen. Dinero a cambio de jodernos el paisaje, a cambio de bajarse los pantalones y tragar con lo que sea. Dudo incluso que los eólicos en Gistredo sean rentables, incluso para la promotora que tiene intenciones de ponerlos. Y suponiendo que lo sean, cuando la empresa de marras decida que ya no son lucrativos, dejará la ferralla encima de la sierra, y cerrarán el grifo. Los molinillos, además de espantar a los «forasteros», incluso a los oriundos, ahuyentarán a los osos, que suben desde Somiedo, así como a otros animales. Gistredo tendría que haber sido declarado reserva natural o de la biosfera para que nadie nos pudiera tocar las pelotas ahora, momento delicado en el que Noceda -que ha perdido muchísima población en los últimos años, peligra incluso la desaparición del ayuntamiento-, debería convertirse, por belleza natural, en un gran centro de turismo rural.
Supongo que los propietarios de Las Fontaninas, a quienes les deseo suerte en su nuevo centro hotelero, estén inquietos al saber que están aprobados estos aparetejos de espanto.


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