sábado, 3 de enero de 2009

Molinos de viento: Paisaje no retornable


En 1996, cuando se solicitó el primer permiso para instalar un parque eólico, poco hacía prever que los molinos se multiplicarían en pocos años por toda la provincia. En la actualidad prácticamente todas las sierras están coronadas por aspas y torres y ha llegado el momento de las llanuras.

La historia empezó en 1996, cuando se solicitó en Ólvega el primer permiso para instalar un parque. A los pocos años había más de 50 solicitudes para instalar molinos en la ladera occidental del Moncayo. Las protestas en el Moncayo se dejaron oír, por el peligro que suponía para el paisaje la instalación de semejante cantidad de parques. La regulación se aplicó, pero no evitó que frente al Moncayo (sierra susceptible de ser un Parque Natural, como su contraparte aragonesa) se alce una línea de molinos. Las cumbres de las sierras de Toranzo, Tablado y Madero, contiguas al Moncayo, se han visto coronadas por aspas, en una sucesión de parques que termina en Tierras Altas. En la sierra del Moncayo, declarada ZEPA (Zona de especial Protección para las Aves), las aves pueden pasar en pocos metros de volar en un espacio protegido (el Parque Natural del Moncayo en la cara oriental) a hacerlo entre molinos en Soria. Las protestas de los municipios afectados en su día tampoco fueron suficientes para evitar que la línea de alta tensión que evacúa la energía eléctrica del Moncayo dejara su huella en primera línea del paisaje.

Pero si una comarca ha cambiado su rostro por la llegada de los gigantes eólicos, ha sido Tierras Altas, que en pocos años ha sido completamente poblada de aerogeneradores. Las sierras desnudas de una de las comarcas más despobladas de Soria han visto surgir líneas de torres en cada una de sus cumbres. El paisaje de Tierras Altas ha quedado ligado al movimiento de los molinos de viento.

La Sierra Pela fue en su día otro punto de conflicto. Asociaciones de la zona protestaron de forma contundente contra la instalación de molinos en la sierra próxima a uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la provincia. La contradicción surgió cuando en Guadalajara el informe de impacto ambiental fue negativo, pero no en Castilla y León. La Junta dio luz verde a un parque cuya presencia es más que evidente en el yacimiento arqueológico, contrastando con su ermita románica y los restos celtíberos de la ciudad de Termes.

En las comarcas de Almazán, Arcos de Jalón y Medinaceli, los molinos han ocupado gran parte de las llanuras. Una vez coronadas todas las sierras de la provincia, las llanuras de esta zona se han convertido en el objetivo de las empresas eólicas, que han hecho proliferar los parques en los últimos años de forma espectacular. En estas zonas, los molinos están más cerca que nunca de los núcleos habitados. Alentisque, Morón de Almazán u Ontalvilla de Almazán son algunos ejemplos de las localidades que han visto cómo los gigantes del viento han plantado su pie en sus dominios. Y lo han hecho en lugares tan próximos al núcleo habitado que parecen una parte más de su urbanismo.

En pocos años, el paisaje soriano ha cambiado de forma radical. Se hace incluso difícil pensar en una imagen de Soria sin molinos eólicos. Ecologistas y asociaciones no son los únicos que alertan sobre el impacto eólico. Eduardo Martínez de Pisón, Catedrático de Geografía Física de la Universidad Autónoma de Madrid, dirigió el pasado mes de julio un seminario sobre el paisaje en el que advertía del alto riesgo de que la sutileza característica del paisaje soriano se pierda. Martínez de Pisón señalaba que Soria puede convertirse en un 'no lugar'. Los aerogeneradores, con sus grandes dimensiones, tienen la capacidad de "atraer la mirada" y de convertir un paisaje singular en "un no lugar", un paraje sin carácter, sin definición, sin identidad propia, como uno de esos hoteles de una misma cadena que no permiten diferenciar si se está en Pekín o en Dinamarca. Martínez de Pisón alertaba que se trata de un camino sin retorno y abogaba por comenzar a vigilar más estrechamente este tipo de actuaciones, considerando que la protección del paisaje oculto es compatible con la implantación de las energías renovables. Su interrelación se resiente si "sólo se piensa en el factor eólico".

"Asediados"

El último episodio de amenaza sobre el paisaje lo ha protagonizado un parque proyectado a 2,5 kilómetros de la villa romana de Medinaceli, donde el pasado mes de octubre se constituyó una plataforma para evitar la instalación. En un manifiesto apoyado por varios artistas que trabajan en la villa, señalaban que los "gigantes eólicos" están ganando terreno y se asoman detrás de las colinas. "Se están cargando el paisaje sin ningún remedio y su avance parece imparable. La armonía del paisaje ya fue duramente tocada por la autovía que sigue el valle del Jalón. La destrucción continúa. Adiós a estas estepas del sur soriano, horizontes vacíos con cielos irrepetibles, que atraían al turista cansado de la ciudad", señalaba la plataforma en su manifiesto.

En los páramos de Layna, los molinos ponen en riesgo el ecosistema, según Seo/Birdlife, que se ha opuesto a la construcción de varios parques en la zona, hábitat natural de alrededor del 30% de la población de alondra ricotí en la Península, ave protegida por su rareza. Roque Ortega, portavoz de la asociación ecologista Asden, considera que la "falta de regulación" hace que "la depreciación patrimonial sea importante" y determina el éxito del turismo rural no sólo como consecuncia del impacto visual, sino también por el ruido que producen los molinos. "Soria puede competir en el sosiego y la paz, pero no en modelos industriales. Tener un parque industrial en la cumbre de una montaña es una aberración, además no genera una plusvalía suficiente", manifiesta. En su opinión, "los más grandes impactos se han producido en el yacimiento de Tiermes, en Tierras Altas, sobre todo en el puerto de Oncala, declarado LIC, y en el Moncayo". Asden propuso un decálogo para proteger las cimas de las altas montañas, los yacimientos arqueológicos y los espacios protegidos, entre otros lugares. Pero de poco ha servido.

"La piedra angular es el estudio de impacto ambiental, que se adapta por ley a las necesidades de cada proyecto; una vez que han ocupado las sierras ahora son las zonas de llanura. Soria será como la Muela; nos estamos cargando el patrimonio y la dejadez administrativa es total", sentencia. La ermita de san Baudelio se vio en su momento cercada por los gigantes eólicos y ha sido uno de los escasos lugares donde se ha dado marcha atrás. Otros enclaves de interés paisajístico o arqueológico como el yacimiento de Ambrona o la Sierra de Montes Claros se ven ahora en el punto de mira de los proyectos eólicos.

Nuria Omeñeca
Heraldo de Soria

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