La República del Sentido Común

A Esgaya

Emilio Gancedo

ESCUCHANDO AL gran poeta sirio Adonis, que visitó León para recibir el Premio Leteo que concede el muy audaz y desacomplejado club literario leonés del mismo nombre, y escuchando también a su gran amigo Jafar T. Kaki, artista iraquí que reside en España desde los años setenta (y que abre el próximo día 12 una exposición en El Albéitar), uno no puede por menos que desear, como la menos mala de las metas para este año nuevo que ahora comienza, el pronto establecimiento -"a nivel mundial"- de la Excelentísima República del Sentido Común.

A estas alturas de la película los objetivos ya no pueden pasar por pueriles utopías de hermandad comunal universal ni por confianzas ciegas en el mercado -"de tan catastróficos resultados"-, sino por la llana, sencilla (quizás hasta aburrida) solidaridad en torno a un puñado de principios éticos, básicos, que todos podemos compartir y que todos sentimos como vitales, como imprescindibles e irreemplazables. Es el fondo humano que descubrimos detrás del prejuicio y de la ignorancia. El hombre que pertenece a otra cultura soy yo mismo visto desde otra perspectiva. Leyendo los cómics de la iraní Marjane Satrapi ( Persépolis), o los impagables libros del egipcio Naguib Mahfuz, por seguir con el mundo musulmán, nos acercamos a esos otros hombres y mujeres que son, ante todo, eso mismo: hombres y mujeres. Niños que quieren aprender jugando, adultos que están llenos de proyectos y de sueños, ancianos que saben contar historias. Y además desde otras perspectivas, desde otros mundos que están en éste, desde otras identidades.

Los virus de la avaricia y de la rapacidad, del egoísmo, la ignorancia y el odio reconcentrado, acechan por todas partes. Y sobre todo hace daño (muchísimo daño) pensar que hay verdades reveladas, absolutas, que llegan desde arriba y que han de marcar, de forma literal, todos los aspectos de la existencia, y no sólo los íntimos y personales. Ese es el gran enemigo de nuestra amada República.