jueves, 11 de febrero de 2010

El poeta Juan Carlos Mestre rehusa compartir honores con quien destruye la naturaleza y el porvenir

Son momentos de alegría y agradecimiento a la actitud noble y firme, por su profundo respeto a la naturaleza, mostrada por el poeta Juan Carlos Mestre, que ante la invitación de la Casa de Léon en Madrid, ha rechazado compartir honores con el empresario minero Victorino Alonso. Gestos como el suyo son para celebrar, en unos tiempos cuando la ética y la coherencia moral van por detrás de los afanes materialistas y la mala costumbre de sobar el lomo. Este ejemplo debería servir para animar a ciertos periodistas, intelectuales y porqué no, sindicalistas, para actuar en coherencia con el porvenir de los pueblos antes de que sea demasiado tarde. De la mayoría de estos, y de gran parte del abanico político mejor no hablar. Este valiente gesto de Juan Carlos Mestre, que le honra y distingue, hará posible que algunas mentes dispersas recapaciten y miren la hermosura de nuestros montes y valles desde una óptica más clara y menos servil. Como argumentos de belleza, economía y futuro. Y que la directiva de la Casa de León en Madrid, reflexione ante estas circunstancias, para que en próximas convocatorias de festines de un lujo sin sentido, mire un poco hacia la esencia del sufrido pueblo leonés, más necesitado de ser reivindicado, que de adular a aquellos que lo destruyen y sumen en la miseria.

Carta del poeta Juan Carlos Mestre al presidente de la Casa de León en Madrid

Sr. José Rafael Álvarez De La Puente
Presidente de la Casa de León en Madrid


Estimado amigo, como imagino será ya de tu conocimiento en fechas pasadas he comunicado al alcalde Ponferrada mi no aceptación al reconocimiento que vuestra generosidad ha tenido a bien plantearme, y que me permito reiterarte ahora para evitar cualquier equívoco al respecto. Mi pequeña y acaso prescindible conciencia de amor por la tierra del Bierzo, a la que he dedicado parte significativa de mi obra poética, ya en el elogio de la memoria de los antepasados, ya en la celebración de la naturaleza y radical hermosura de su paisaje, me han llevado a creer, acaso sin razón, que esa es también mi única identidad como persona, el encargo que nadie me ha hecho pero que defenderé hasta el último día de mi vida: la defensa de la casa del padre, la heredad de la tierra natal como único lugar de posible belleza para el porvenir de las generaciones futuras. Creo en ello y de ello he hecho única y simple causa de mi vida. Por ello, me resulta moral y éticamente inaceptable la indiferenciación y equívoco que mi presencia en el acto de la casa de León pudiera suponer. Estoy totalmente en contra, es más, me aterra, el saqueo, la destrucción, el atentado ecológico, la agresión a la naturaleza sagrada de la tierra berciana que suponen las minas y explotaciones a cielo abierto, hechos denunciados y sub judice ante organismos internacionales, y tan reiteradamente cuestionados ante la opinión pública por los más diversos sectores sociales. No puedo compartir tribuna, bajo ningún argumento de mi conciencia, con alguien responsable de esos hechos. Te ruego, y sé que lo entenderás, aceptes mi declinación a aceptar esa distinción que me propusisteis en su día, pero a la vista de los hechos mi presencia en el acto sería desde todo punto de vista incongruente para mí y más que incómoda para aquellos con los que mi discrepancia tan rotundamente se manifiesta. Muchas gracias por tu atención.

Recibe un cordial saludo y disculpa el trastorno que esta decisión pudiera causarte.

Atentamente:

Juan Carlos Mestre


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