miércoles, 3 de marzo de 2010

Calderilla en la tumba del último urogallo

En época de escasez de noticias sobre nuevos atropellos provocados por el lobby eólico, tenemos ocasión de encontrarnos, o reencontrarnos, con plumas de rara avis, que trazan con sentimiento la gran amenaza que se cierne sobre los destinos de una tierra de belleza no valorada como merece y la inocente biodiversidad que contiene. Pedro Trapiello volvía días atrás a exponer razones y sentido común sobre lo que los científicos nos advierten y que, los especuladores con la fuerza de cuatro míseros cuartos quieren destrozar para siempre. Se nos acusa continuamente de insensatos, que sólo buscan el bienestar de los bichos, olvidándonos de la calidad de vida de las personas. Aspavientos no razonados ni razonables. El daño para la vida en nuestros pueblos viene en forma de aspas cargadas por el diablo, que alteran la armonía de las humildes gentes por venir cargadas de un calambrazo caliente a la faltriquera de unos, y de fria descarga al corazón de quienes creemos en un futuro mejor.

El vídeo recomendado en los enlaces es obra de un joven omañés muy preocupado por el destino y uso que se le quiere dar a nuestros montes.

Aspaviento fatal

A los robledales de Omaña, como a tantísimos más, ya no se entra apeando como se apeaba cuando el butano aún no había desplazado a la leña en la lumbre de unos pueblos que devoraban sin remisión todas sus «suertes» del monte. Ahora, ni queda gente en esos pueblos, ni afán de andar a leña, así que el «monte» se tupe, «la mata» regenera y al roble, a la encina y al «monte bajo» le salen patas y avanza. Hay más monte bravo que hace setenta años. Los primeros en saberlo han sido los bichos; y nosotros, los primeros en olvidarlo. Les acosamos y se largan, mueren o espabilan. En esos montes que el abandono ha dejado al fin tranquilos campa fauna que llevaba siglos ausente de esos parajes. El corzo, por ejemplo, llega hoy a las puertas de la ciudad porque un espeso corredor de viejo robledal le lleva a salvo de espantos de aquí a Campohermoso entre el Torío y el Curueño... o se cuela por Camposagrado soñando Babias para quedarse en Lunas. ¡Quién se lo iba a decir hace sólo unos años a los pueblos que todo lo cazaron y trampearon por hambre puta o por puta calderilla!

Gracias a que ya no se hurga y se hoza tanto en los montes, una especie en concreto está logrando aplazar su mala suerte, suerte de mala muerte, pues está declarada en vía de extinción: el urogallo. En los montes de Omaña y Cepeda se les ha venido siguiendo ultimamente casi al rabo. Están allí. Hay cantadero. Es incontestable. Pero en una de sus visitas de control, los biólogos se encuentran con que irrumpen maquinarias y «aspavientos» con su estrépito, obras y pistas (una de ellas exactamente encima de un asentadero). Se trata del «parque eólico Valdesamario». Inconcebible. El paraje está sujeto a leyes estrictas. Denuncian la salvajada. Ni caso. Cuatro investigadores de esta Universidad (Purroy, Ena, Fuertes y González) hacen una declaración enérgica: el urogallo leonés es el más meridional y raro del mundo, cualquier alteración en tiempo invernal o de celo puede ser fatal para su supervivencia, ha de pararse toda obra, el atentado es extraordinariamente grave. Ni puto caso. Sigue la obra y sus trece. No querrán ver que todo lo que den esos molinos será puta calderilla en la tumba del último urogallo.

CORNADA DE LOBO | PEDRO TRAPIELLO

1 comentarios:

João Soares dijo...

Ola
Invito a conhecer meu blogue ambiental
http://bioterra.blogspot.com e também a invitar amizade através do facebook.
Aliás vosotros están aqui
http://bioterra.blogspot.com/2006/11/estrutura-da-terra-outras-ongs.html

Saudos ambientais

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