lunes, 21 de junio de 2010

Ursus arctos cantabricus, el turista accidental


A primeros de mes el oso pardo cantábrico dejó constancia de su existencia en la sierra de Gistreo, al visitar de madrugada las inmediaciones del barrio de Río en Noceda, donde asaltó un colmenal custodiado por un perro guardián atado, que no sufrió daño alguno al no suponer ninguna amenaza para el plantígrado invasor en su búsqueda del alimento que en ocasiones le suelen proporcionar las abejas.

Conocimos este acontecimiento casi de inmediato, pero optamos por la prudencia y esperar a que se confirmaran todos los detalles de tan magnífica noticia para los valores ambientales y de biodiversidad de nuestro entorno natural tan amenazado y ninguneado por especuladores, políticos mercenarios y algunos supuestos compañeros de viaje, todos preocupados más por incrementar su cuenta corriente, su cuota de poder y sus influencias. Independientemente del daño causado por el animal, probablemente un joven inmaduro de uno ó dos años, que debe ser reparado al apicultor, se trata de una gran noticia que pone en evidencia todas las argucias, falsedades y chapuzas que emplean los promotores eólicos en la elaboración de sus estudios de evaluación ambiental, que en la mayoría de los casos son realizados por empresas íntimamente vinculadas al promotor. No se trata de ninguna bravuconada ecologista, ni de ningún farol utópico cuando pedimos y argumentamos que la sierra de Gistreo y Coto, en toda su extensión sea declarada Parque Natural. Nos encontramos ante un monumento natural que debe ser protegido legalmente y alejar cuanto antes todas los peligros irracionales que la amenazan, por mucho que los quieran enmascarar con una supuesta riqueza para la ya escasa población de los vecinos de la sierra, y como una fuente generadora de empleo como antaño lo fueron los pozos mineros.

Sin embargo, en cuanto se personaron en el lugar de autos los técnicos para evaluar y cuantificar los daños ocasionados por el mamífero más emblemático de la cordillera Cantábrica, la noticia saltó en los medios de forma intencionadamente sensacionalista y exagerada, sin que nunca estos informadores visitaran Noceda ni se hablara con sus vecinos. En ocasiones sólo cunde el pánico entre quienes se creen certeros analistas de la realidad desde la atalaya de su cálido escritorio, y temen que el devenir cotidiano sea alterado por una bestia que podría, si las fuerzas del orden no lo impiden, acudir a un centro comercial y camuflado entre la masa proveerse de vitualla.

El oso desde siempre ha convivido con los esforzados vecinos, que han tenido que ingeniárselas inventando cortines con el fin de proteger su producción de miel de las zarpas del goloso cuadrúpedo. No se conocen casos de ataques a personas en la zona, manteniéndose prudentemente alejado de los núcleos urbanos. Como dice el biólogo Javier Naves Cienfuegos, "un oso que come del hombre está muerto". Los daños causados por el oso a las propiedades humanas serán siempre testimoniales, en comparación solamente con los que energúmenos con mentes enfermas provocan intencionadamente cada verano en forma de incendios y que la prensa, en la mayoría de los casos, contempla como un show fallero.

La noticia está en que la visita del oso es una gran noticia. Jamás representa una amenaza para la población. Quienes estamos amenazados somos el oso, las personas y la sierra entera, pero por la codicia de unos pocos que pretenden con sus armatostes eólicos destruir la belleza y la economía de la sierra de Gistreo.

 
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