Burro amenazado
Pancho Purroy
EL CONSEJO Comarcal del Bierzo, en alianza con Fgulem y la Fundación Ciudad de la Energía, ha elaborado un recorrido de turismo bautizado como la mirada circular, para animar a conocer las montañas que rodean la hoya berciana. El lujoso folleto que presenta esta senda en círculo afirma que está repleta de mágicos espacios para mirar, sentir y vivir, en un maravilloso territorio que rebosa patrimonio natural y cultural, razones por las que la Unesco ha declarado las Médulas y el Camino de Santiago como Patrimonio de la Humanidad y los Ancares como Reserva Mundial de la Biosfera.
EL CONSEJO Comarcal del Bierzo, en alianza con Fgulem y la Fundación Ciudad de la Energía, ha elaborado un recorrido de turismo bautizado como la mirada circular, para animar a conocer las montañas que rodean la hoya berciana. El lujoso folleto que presenta esta senda en círculo afirma que está repleta de mágicos espacios para mirar, sentir y vivir, en un maravilloso territorio que rebosa patrimonio natural y cultural, razones por las que la Unesco ha declarado las Médulas y el Camino de Santiago como Patrimonio de la Humanidad y los Ancares como Reserva Mundial de la Biosfera.
El incauto primerizo que acceda al Bierzo sólo conocedor del folleto, en principio se llevará una sensación de estafa. Esta comarca ofrece un cuerpo canceroso y una piel rozagante. Su corazón geográfico es un desmadre de urbanización salvaje entre riberas, viñas y huertos, con humareda de térmicas, escombreras, montes machacados por quemas y nube de centrales eólicas bajando de Foncebadón y el Manzanal. En la orla montañosa se encadenan las joyas de la caminata en redondo. Al oeste, desde las fuentes del Burbia al Congosto del Sil, empiezan los celtas -castros de Peranzanes y Pereda de Ancares- , las brañas - Campo del Agua- , las pallozas -Aira da Pedra y Balboa- , el Camino -Valcarce- , el wólfram -agujeros metálicos de Cadafresnas- y los castaños de Sobrado y Oencia. Por meridión, el paseante conoce al oro -minería de las Médulas- , el silencio -ermitaños de Peñalba de Santiago- y la herrería de Compludo, antes de llegar a las aguas, cuenca del Real y del Tejeda, desde El Acebo a San Facundo, cuna de truchas, lunáticos, lobos y hipis. Al este se sucede el carbón -minas de Folgoso de la Ribera- , el urogallo de los montes de Igüeña, el oso tras los arándanos de Gistredo, los prados de Salentinos, y las nieves del Catoute, cayendo a Salientes y Páramo del Sil. Hacer el viaje a pata y jamarse un botillo con tinto de mencía, observando naturaleza, merece la pena.
DIARIO DE LEÓN
Domingo 6 de abril de 2008
Domingo 6 de abril de 2008
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